Lo sagrado y lo profano by Mircea Eliade

Lo sagrado y lo profano by Mircea Eliade

autor:Mircea Eliade [Eliade, Mircea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Religión
publicado: 1957-12-31T17:00:00+00:00


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Lo sagrado celeste y los dioses uranios

La simple contemplación de la bóveda celeste basta para desencadenar una experiencia religiosa. El Cielo se revela como infinito, como trascendente. Es por excelencia el ganz andere en comparación con esta nada que representan el hombre y su contorno. La trascendencia se revela por la simple toma de conciencia de la altura infinita. El «altísimo» se hace espontáneamente un atributo de la divinidad. Las regiones superiores inaccesibles al hombre, las zonas siderales, adquieren el prestigio de lo trascendente, de la realidad absoluta, de la eternidad. Allí está la morada de los dioses; allí llegan algunos privilegiados por medio de ritos de ascensión; allí se elevan, según las concepciones de algunas religiones, las almas de los muertos. Lo «altísimo» es una dimensión inaccesible al hombre como tal; pertenece de derecho a las fuerzas y a los Seres sobrehumanos. Aquel que se eleva subiendo los escalones de un santuario o la escala ritual que conduce al Cielo deja entonces de ser hombre: de una manera u otra, participa de una condición sobrenatural.

No se trata de una operación lógica, racional. La categoría trascendental de la «altura», de lo supra-terrestre, de lo infinito se revela al hombre en su totalidad, tanto a su inteligencia como a su alma. Es una toma de conciencia total del hombre: cara al cielo descubre a la vez la inconmensurabilidad divina y su propia situación en el Cosmos. El Cielo revela, por su propio modo de ser, la trascendencia, la fuerza, la eternidad. Existe de una forma absoluta, porque es elevado, infinito, eterno, poderoso.

Es éste el sentido en que debe comprenderse lo que decíamos antes, que los dioses han manifestado las diferentes modalidades de lo sagrado en la estructura misma del Mundo: el Cosmos —la obra ejemplar de los dioses— está «construido» de tal manera que el sentimiento religioso de la trascendencia divina lo estimula, lo suscita la existencia misma del Cielo. Y porque el Cielo existe de una forma absoluta, a un gran número de dioses supremos de los pueblos primitivos se les llama con nombres que designan la altura, la bóveda celeste, los fenómenos meteorológicos: o incluso se les denomina simplemente «Propietarios del Cielo» o «Habitantes del Cielo».

La divinidad suprema de los maoris se llama Iho; iho tiene el sentido de «elevado, en alto». Uwo-luwu, el Dios supremo de los negros akposo, significa «el que está en lo alto, en las regiones superiores».» Entre los selk'nam de la Tierra de Fuego, Dios se llama «Habitante del Cielo» o «Aquel que está en el Cielo». Puluga, el Ser supremo de los andamaneses, habita en el Cielo; su voz es el trueno; el viento, su aliento; el huracán es el signo de su cólera, pues castiga con el rayo a todos aquellos que se oponen a sus designios. El Dios del Cielo de los yorubas de la Costa de los Esclavos se llama Olorun, literalmente «Propietario del Cielo». Los samoyedos adoran a Num, Dios que habita en lo más alto del cielo y cuyo nombre significa «Cielo».



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